Sometido a una terapia de despiste estuvo toda la tarde a lo suyo: de mesa en el primer partido de los pequeños, y de entrenador, junto con David, de uno de los equipos que jugaron el siguiente partido. Y no se "olía" nada; todo era perfectamente rutinario...
Vuelta a casa, los mayores -con la complicidad de Santiago- esperando el momento de meter a casa a "cienes y cienes" de amigos de la cuchipandi bicicletera... El momento que llega, la cuadrilla que entra... ¡y ya está montada la fiesta! Con este pedazo de tarta de colofón final:
¿Se puede pedir más? ¡Pues lo haremos! Estad seguros...
M&M
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